HISTORIA
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HISTORIA

MUTILOA RECUPERA SU PASADO MINERO

El paisaje minero de Mutiloa y sus vestigios fueron objeto de estudio ya en la década de los años 90. A principios del siglo XXI el pueblo de Mutiloa inició una labor encaminada al conocimiento y difusión de su patrimonio minero. Fue entonces cuando la zona minera de Ergoena, Peatza y Gezurmuño, recobró su protagonismo. En 2005 Mutiloa, junto con Ormaiztegi, optó por activar los recursos mineros y revalorizar una parte muy importante de su territorio, subrayando su diversidad y posibilitando nuevos proyectos.

En 2007, finalizó la recuperación del antiguo ferrocarril minero Mutiloa- Ormaiztegi convertido ya en una vía verde de casi 5 km. Posteriormente, esta vía se ha enlazado con el camino Troi en Mutiloa y el Camino Lointzi en Ormaiztegi creando un circuito de 7 km que posibilita la visita a las instalaciones mineras del Coto en un entorno natural de gran belleza.

Las instalaciones ya recuperadas ayudan a interpretar y conocer el paisaje del coto y su historia minera. El coto minero de Mutiloa se presenta de nuevo, esta vez, para ser disfrutado por sus habitantes y visitantes.

El coto minero de Mutiloa ha sido considerado por el TICCHI ( Comité Internacional para la conservación del patrimonio industrial) como uno de los 10 mejores conjuntos patrimoniales industriales del País Vasco.

LA MINERÍA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Topónimos como Troya, Romanos etc. han hecho pensar en una actividad minera ya en época antigua. Pero será en la Edad Media y Moderna cuando la documentación se refiera al hierro de Mutiloa, extraído en lugares como Peatza, Ollargain, Gezurmuño o Aizpuru y aparezca como el principal abastecedor de las activas ferrerías de las cuencas altas de los valles del río Urola y del Oria.

EL HIERRO DE MUTILOA: MINAS Y FERRERIAS

El fuero de ferrerías de Segura, otorgado en 1335, indica claramente que ya para entonces se extraía el mineral de hierro en Mutiloa. Testigos de esta época son los restos de las antiguas labores mineras y abundantes escoriales en la zona Apaolaza o Lekanburu que se han relacionado con las llamadas ferrerías de monte, haizeolak. Un trabajo desarrollado desde tiempo inmemorial por gentes de Mutiloa y sus alrededores. Más adelante abastecerían a las ferrerías de agua. La explotación de las minas, que no su propiedad, era libre para todos los guipuzcoanos. El que quería extraer el mineral para aprovisionar las ferrerías de la zona no debía pagar impuesto alguno ni necesitaba ningún permiso.

En 1622, dos mineros de Mutiloa se comprometieron a entregar al ferrón de Legazpi Martín Agirre 112 carros de mineral de la aljuba (galería) de Maasalde, situada en Lekanburu. Los mineros, por aquel entonces tal y como ocurriría siglos más tarde debían separar el mineral de la arcilla y lavarlo. Para ello construían presas y pozos en la parte alta de los montes y cuando se abrían, la fuerza que traía el agua que caía por la pendiente hacía salir a la superficie el mineral y al mismo tiempo, lo separaba de la tierra y el barro, limpiándolo. El agua utilizada quedaba contaminada y llegaba a los ríos junto con la arcilla. En 1653 el alcalde de Mutiloa detuvo a varios mineros de Mutiloa y de Gabiria a causa de los daños que habían causado en el camino de Lekanburu al abrir las presas de las minas. Todavía en el siglo XIX se repitieron los conflictos debido a la contaminación de las aguas del río Oria. Fue sin duda un problema de difícil solución ya que la economía guipuzcoana, toda ella necesitaba que las ferrerías estuvieran en activo y por tanto también necesitaban la extracción del mineral.

En 1838 el mineral de Mutiloa llegaba a las ferrería de Alegia, Legorreta, Igartza en Beasain, Yurre en Olaberria y Olaberria en Zegama, y Olaberria y Bengolea, Goenolea en Legazpi.

A principios del siglo XIX, la legislación minera liberal obligó a las gentes de Mutiloa y los alrededores a demarcar minas de cobre, plomo o hierro, privatizando el rico subsuelo. Tras ellos llegaron potentes empresas como la Real Compañía Asturiana de Minas S.A que hacía llegar la calamina hasta Arnao en Asturias y el plomo a la bahía de Pasaia.

La industrialización del entorno inmediato incrementó la demanda de hierro que alimentaba los hornos altos de fundiciones como la Fábrica de Hierros San Martin, antecedente directo de la conocida empresa CAF de Beasain y de la fundición de Araia en Alava.

En 1849, cuando entró en funcionamiento el primer horno alto en la histórica fábrica de Araia, este fue abastecido con 1.700 toneladas de mineral de hierro de Mutiloa. Durante los conflictos del siglo XIX el plomo del coto llamó también la atención del ejército carlista quien lo utilizó para fabricar munición.

LAS COMPAÑÍAS MINERAS

La explotación organizada y sistemática llegó a finales del siglo XIX. Compañías de capital ingles tales como la Orconera Iron Ore Company Ltd se interesaron por la zona. Pero fue La Compañía Minera de Mutiloa S.A la que entre 1894 y 1897, se hizo con las concesiones mineras que hasta entonces habían estado en manos de particulares locales. Nuestra Señora de los Dolores, San Andrés, San Francisco, San Martín, Ollargain, San José, San Francisco de Paula, Rosario, Primavera y Rechipin son los nombres de algunas de estas minas.

La compañía levantó las infraestructuras necesarias para responder a las exigencias del nuevo sistema de producción. Así se entiende la construcción de planos inclinados, lavaderos de mineral y balsas de decantación que junto con la escuela, las cantinas y la oficina ocuparon y alteraron de manera sustancial las laderas del barrio Ergoena. Fue también esta compañía la que construyó el ferrocarril minero Mutiloa / Ormaiztegi,

que supuso la solución definitiva al transporte de mineral no solo de Mutiloa sino también del Coto de Aizpea en Zerain. En esta época el mineral de Mutiloa abastecía las grandes fundiciones inglesas y francesas como Les Forges del Adour de Boucou en Baiona.

En 1927 la compañía envío la última carga de mineral. En los años 30, la Compañía Minera Aralar S.A. de capital alemán se interesó de manera puntual por la zona minera del Goierri. Más tarde, en los años 50, la emblemática empresa de Legazpi, Patricio Echeverría S.A extrajo el mineral de hierro suficiente como para abastecer sus recién construidos hornos esponja.

LA ÚLTIMA ETAPA

En los años 70 del siglo XX, la Compañía canadiense Exminesa reactivó la explotación minera en Mutiloa. Se orientó al beneficio del plomo en la mina Troya cuya entrada principal se situaba junto al caserío Orue. Todavía son visibles en el paisaje las estructuras de entrada a la mina hoy clausurada y las oficinas anexas que responden a técnicas constructivas contemporáneas a base de materiales prefabricados que contrastan con las construcciones tradicionales del entorno. Son también impactantes las estructuras del lavadero de flotación y la gran balsa de decantación de residuos ya hacia Gabiria.

La compañía minera incorporó la última tecnología del momento por lo que el impacto en el territorio y en el paisaje fue mucho mayor como lo demuestra el cambio en el curso de los acuíferos y la contaminación del río Estanda en Ormaiztegi.

La inestabilidad del terreno provocó en 1993 un derrumbe en el interior de la mina que obligó a su clausura definitiva. Todavía hoy se reconoce parte de las impactantes estructuras que se generaron en esta etapa que conviven con una naturaleza envolvente.